Julia, explotada sexualmente desde los 13 años. Agosto 2013.
“Tenés mucho trabajo pero de noche sos una reina, viene uno, viene otro, viene otro y te sentís bien y al otro día te levantás y seguís siendo la misma persona pero la reina se fue... Entré por necesidad, me saqué la virginidad con doce años con mi primer novio que tuve en la escuela y empecé en la prostitución a los trece años. Es la necesidad, hay que cerrar los ojos y ta, no me queda otra, es un ratito. Es como ser actriz y ante todo psicóloga. Busco trabajo pero la sociedad no cambia, cambian las leyes, ya nos podemos casar, podemos cambiar el nombre, yo ya me lo cambié. Podemos adoptar hijos pero para la sociedad seguís siendo lo mismo o peor. La sociedad lo ve como que no pertenecés a esa sociedad. Este lugar de la rambla, yo cuando me siento mal, estoy triste, vengo para acá y me puedo desahogar y que nadie me vea, porque no me gusta que me vean llorar. Me transmite una tranquilidad, una paz, y muchas veces esa paz me dice que no estoy sola”.